Entrada e saída na piscina

Cuando se introduce por primera vez a los niños en el agua, se recomienda descomponer la superficie con objetos flotantes, ya que una gran extensión de agua puede parecer vasta y aterradora, especialmente para los más jóvenes: la altura del borde en relación al nivel del agua puede parecer enorme para un niño. Por esta razón, se debe tener cuidado de proteger a los niños de posiciones que enfaticen la altura y la distancia. Por ejemplo, se pueden alcanzar puntos focales a corta distancia operando de manera transversal en la dimensión más corta de la piscina, enfrentando un rincón o dejando que objetos interesantes floten a la vista del niño.

Es recomendable que exista un método de entrada y salida por el lateral de la piscina que el niño pueda dominar por sí mismo en el momento adecuado, ya que no siempre podrá nadar en una piscina donde haya escalones, una rampa o asistencia disponible para entrar y salir del agua. Además, esto le proporcionará independencia, ayudando a fortalecer su confianza en sí mismo, su autoestima y normalizando su existencia.

En algunos casos, los adultos también pueden mostrar ansiedad al entrar en el agua por primera vez, y el terapeuta siempre debe ingresar primero al agua y prestar la misma atención a los detalles de la entrada que se describieron anteriormente para el niño. La entrada y salida independientes por encima del borde a menudo son posibles para los adultos, pero en algunos casos, especialmente en personas de edad avanzada, pueden ser necesarios métodos alternativos de entrada y salida. Sin embargo, siempre que sea posible, se debe fomentar la movilidad y la independencia.

Entrada El terapeuta siempre debe ingresar al agua primero y estar preparado para recibir al niño. Debe entrar de manera tranquila, causando la menor cantidad de salpicaduras posible y asegurándose de que sus hombros emerjan y que sople burbujas en el agua. Estas acciones tranquilizan a los niños. Se anima al niño a sentarse en el borde y a colocar las manos hacia adelante sobre los hombros del terapeuta, con los pies alejados de la pared; ahora está en posición de “bola”. Las manos del terapeuta se colocan debajo de sus brazos, alrededor de su espalda y justo debajo de sus omóplatos. El terapeuta debe hablarle, animándolo a soplar mientras se acerca al agua. Una vez dentro, se debe pasar inmediatamente a una actividad como saltar, sin dejar tiempo para pensamientos ansiosos. Saltar también enseña la respiración y el control de la cabeza, y es un requisito previo para la independencia. La progresión de la entrada es pasar de “manos en manos”, luego dejando un espacio entre las manos del terapeuta y las del niño. La acción hacia adelante en la entrada debe facilitarse y volverse automática, evitando la extensión en todo momento.

Salida: La salida por encima del borde debe ser desarrollada de manera que se fomente la independencia del niño. Esto implica que el niño coloque sus manos sobre la pared y, con la ayuda del terapeuta sosteniendo ambos lados de las caderas justo debajo del trocánter mayor, alcance una posición acostado sobre la pared, con las piernas rectas hacia el lado de la piscina. A continuación, se desliza hacia adelante empujándose con sus manos. Sus piernas deben elevarse por encima del agua mientras se desplaza hacia adelante hasta que sus caderas estén bien sobre el borde de la piscina. Se le ayuda a girar y a sentarse. Se debe tener cuidado cuando hay un control limitado de la cabeza, y se debe modificar la salida para adaptarse a las sinergias flexoras de los brazos. En casos de espina bífida, si se utiliza una bolsa de orina, la cadera del lado del dispositivo debe elevarse lo más lejos posible para que el dispositivo permanezca en su lugar.

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