Una sesión de Watsu comienza con una entrevista, donde el cliente informa sus necesidades, como buscar alivio de tensión, dolor, trauma, malestar físico y mental.

El terapeuta llevará al cliente a la piscina. Este reconocerá el entorno terapéutico y se realizarán algunos ejercicios iniciales.

El cliente se colocará flotando de forma cómoda y segura. El terapeuta comienza a trabajar en la expansión de la respiración y cada momento en la expansión de la caja torácica, el cliente puede sentirse más relajado y seguro.

Si existe alguna molestia, se interrumpirá la sesión según lo que sea favorable para el cliente.

Una vez que esté cómodo y seguro, el terapeuta soltará partes específicas del torso que tienden a bloquearse, pegarse y tensarse. El foco irá a la columna vertebral. Poco después, el terapeuta manipula, estimula o seda los meridianos energéticos de las extremidades superiores e inferiores.

En Watsu es importante establecer un alto nivel de confianza y entrega.

El cliente, sintiéndose cómodo, dará permiso para trabajar partes más profundas del cuerpo como músculos y líneas ligadas a las emociones.

En cada momento, el terapeuta identifica las necesidades reales del cliente y busca suplir y ayudar a encontrar el camino hacia el equilibrio físico, mental y espiritual.

El resultado esperado, pero sin grandes expectativas, es una gran liberación mental y física. Un estado energético de bienestar supremo. Un momento de iluminación que se puede mantener durante unas horas, días o semanas, según el estilo de vida del paciente, abriéndole un campo para crear una nueva realidad.

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