Fisioterapia Acuática: La Regla del Costo-Beneficio

La fisioterapia acuática ha ganado protagonismo en diversas áreas de rehabilitación, con estudios que indican beneficios significativos asociados a su uso. Sin embargo, una de las reglas primordiales al considerar la intervención acuática es evaluar el costo-beneficio. Esto significa sopesar las ventajas y desventajas de llevar a un paciente a un ambiente acuático en comparación con la terapia convencional en el suelo.

Beneficios de la Fisioterapia Acuática El agua ofrece propiedades únicas que pueden ayudar en el proceso de rehabilitación. Las principales son:

  1. Flotabilidad: Reduce el peso corporal, disminuyendo la carga en las articulaciones y facilitando la movilización. Esta propiedad permite que pacientes con limitaciones de peso, como después de cirugías ortopédicas, puedan empezar la rehabilitación más temprano (Becker, 2009).
  2. Resistencia: El agua proporciona resistencia en todos los movimientos, lo que puede ser útil para la construcción muscular sin la necesidad de pesos adicionales (Ruoti, Morris & Cole, 1997).
  3. Presión hidrostática: Promueve el retorno venoso y puede ayudar en la reducción de edemas, siendo especialmente útil para pacientes con problemas circulatorios o postoperatorios (Harrison & Bulstrode, 1987).

Desafíos de la Fisioterapia Acuática Aunque la fisioterapia acuática ofrece considerables ventajas, también presenta desafíos:

  1. Logística: No todos los pacientes o instalaciones tienen fácil acceso a una piscina terapéutica. También pueden surgir problemas relacionados con la temperatura del agua, higiene y privacidad (Geytenbeek, 2002).
  2. Costo: El tratamiento acuático puede ser más caro que las modalidades tradicionales, especialmente si las instalaciones acuáticas no están disponibles.
  3. Adaptación del paciente: Algunos pacientes pueden tener miedo al agua o no saber nadar, lo que puede limitar la eficacia de la intervención.

Fisioterapia ‘Mojada’ versus Fisioterapia Acuática La “fisioterapia húmeda” se refiere a un enfoque donde el terapeuta no utiliza todos los principios físicos del agua. Por ejemplo, una sesión de rehabilitación realizada en una tina o remolino que se centra solo en el uso de la temperatura del agua, pero no en la flotabilidad o resistencia, podría ser considerada “fisioterapia húmeda”. Este enfoque puede ser útil en ciertos escenarios, pero no ofrece los beneficios completos de la fisioterapia acuática (Geytenbeek, 2002).

Conclusión Al considerar la fisioterapia acuática, es crucial evaluar si el beneficio potencial para el paciente justifica los desafíos asociados. Cuando se aplica correctamente, la fisioterapia acuática puede ofrecer beneficios inigualables, pero debe ser aplicada con discernimiento, asegurando que el enfoque elegido sea el más adecuado para cada paciente.

Referencias:

  • Becker, B. E. (2009). Terapia acuática: fundamentos científicos y aplicaciones clínicas de rehabilitación. PM&R, 1(9), 859-872.
  • Ruoti, R. G., Morris, D. M., & Cole, A. J. (1997). Rehabilitación acuática. Lippincott Williams & Wilkins.
  • Harrison, R. A., & Bulstrode, S. (1987). Porcentaje de carga durante inmersión parcial en la piscina de hidroterapia. Práctica de fisioterapia, 3(2), 60-66.
  • Geytenbeek, J. (2002). Evidencia para una hidroterapia efectiva. Fisioterapia, 88(9), 514-529.

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